domingo, 12 de junio de 2016

Estructura lingüística de un fanático


A veces me pregunto si realmente tiene sentido sumergirse en conversaciones con personas fanatizadas en sus ideas.

Es común observarlas como desarrollan soliloquios o monólogos, sin permitir que sus interlocutores puedan expresarse, o en su defecto, escuchan para contestar, no para comprender. En consecuencia, pierden el principio fundamental de una buena comunicación, que es la escucha activa y el compartir ideas. Para ilustrar mejor a que hago referencia, me remitiré a un ejemplo de conversación entre dos conocidos:

Pedro - Hitler se comía un niño a la semana después de violarlo.
Julián - ¡Oye!, ¡¿Qué estas diciendo?!, ¡eso no es cierto!... ¡no se corresponde con los hechos!
Pedro - ¡Qué!... ¡¿eres un Nazi?!, ¡Exterminaron a millones de personas!, ¡yo no puedo estar de acuerdo contigo!
Julián - ¡No Pedro!, ¡no los defiendo!, solo digo que eso que acabas de afirmar no es cierto.
Pedro - ¡Aja!... ¡¿Qué no es cierto?!... ¡¿El exterminio Nazi?!... ¡Yo lo sabía!, ¡Eres un Nazi hijo de puta!

Moraleja: No tiene sentido discutir con fanáticos, porque sus argumentos no se sostienen en evidencias, sino en una profunda necesidad de creer.

Juan Carlos Lorenzo
Arquitecto, Psicólogo Social
Master Trainer en PNL & Coach Ontológico

PNLCBA CONSULTORA

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